miércoles, enero 11, 2006

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Llegando al tubo de drenaje que conecta ambos tuneles, ni la mierda ni las ratas, ni el hecho de que haya empezado a llover detienen a Pacheco y al Guero. El agua de lluvia recolectada por los fétidos tubos les llega hasta la ingle, por donde sienten pasar las garras y bigotes de las ratas gordas gordas que nadan con la corriente. La peste es indescriptible, por lo que será imposible que pasen desapercibidos en la estación del metro. Atentos ante tal situación se han desviado de la ruta original, buscando alguna de las coladeras por las que bajan los ríos de agua pluvial. El tiempo corre, 6 minutos pa que se los cargue a todos la tiznada. Al final dan con una coladera, pero ninguno de los dos alcanza la escalera para subir. Pacheco propone que uno se suba en los hombros del otro para alcanzar el primer peldaño de la escalera. El Guero toma la iniciativa y escala los hombros de Pacheco, y una vez afianzado a la escalera la sube, sin siquiera intentar ayudar a su compañero. El agua de lluvia cae abundante por el conducto, dificultando la escalada del guero, pero este no se detiene, a pesar de que el agua le impide alzar la mirada para ver hacia donde va.
Pacheco, colérico, maldice al traicionero porteño, al tiempo que salta con furia tratando de alcanzar el primer barrote de la escalinata. El guero, ya en la parte alta del escape, voltea hacia donde Pacheco se encuentra y entre el torrente pluvial que caer sobre él, le dedica un “adios cuñao´”. Pacheco motivado por la ira, al fin alcanza la escalera y empieza a subirla. El Guero, con el antebrazo levanta el registro de la coladera y a ciegas, debido a la lluvia se dispone a sacar la cabeza hacia la calle. Un violento rechinido de llantas, el golpe seco del metal contra hueso, anuncian que un auto ha pasado por encima del registro de la coladera, golpeando la cabeza del Guero y matándolo de manera instantánea. Este se desploma los 6 metros de escalera, golpeando en su trayecto varias barras de metal y a Pacheco, que intentaba subir hacia la calle. El chapuzón de agua de caño amortigua la caída del segundo. El Guero queda atorado en el ultimo escalón, que de abajo a arriba sería el primero. Su cabeza esta abierta en canal cual puerco en rastro, pedazos de craneo de una blancura inusitda se asoman entre los pelos, la sangre y la carne amoratada de la herida. La nariz se ha perdido en el trayecto, y uno de los ojos esta fuera de su orbita, detenido únicamente por un amasijo de carne nerviuda.
Pacheco se reincorpora, un dolor intensísimo le recorre todo el brazo izquierdo desde la muñeca hasta el hombro. La coladera ya no es opción, jamás podrá completar ese trayecto con un solo brazo. Deberá regresar una vez más al túnel del metro y tratar de burlar la vigilancia, empapado, oliendo a caca y con un brazo inmóvil. Tiene 4 minutos antes de la explosión, para recorrer el drenaje y llegar al túnel del metro, donde deberá una vez mas, andar el trecho hasta la estación.

1 Comments:

At 6:18 a.m., enero 16, 2006, Blogger alveitor said...

sigan, sigan!!!! no me dejen así

 

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